Monday, November 25, 2013

vanidad

16. Podemos convencernos de que poseemos varias virtudes, porque tenemos una prueba tangible dentro de nosotros que realmente tenemos. 
Así podemos juzgamos a nosotros mismos para ser casto, porque nos sentimos muy atraídos por la castidad, o podemos pensar en nosotros mismos abstemio, porque estamos muy por naturaleza, o obediente, porque practicamos una pronta obediencia. Pero por mucho que un hombre puede ejercer la humildad, nunca se puede formar ningún juicio acerca de su ser muy humildes, porque el que se cree humilde ya no es así.
De la misma manera que para reconocer que nos sentimos orgullosos es el principio de la humildad, así que para halagar a nosotros mismos que somos humildes es el principio de la soberbia, y el más humilde que pensamos de nosotros mismos tanto mayor es nuestro orgullo. Esa auto-complacencia que el corazón siente, lo que nos imaginamos que somos humildes como consecuencia de algunas reflexiones agradables que hemos tenido sobre nosotros mismos, es una especie de vanidad, y cómo puede existir la vanidad con la humildad que se basa únicamente en la verdad? La vanidad es más que una mentira, y es precisamente a partir de una mentira que enorgullecen resortes.
Pidamos a Dios con el profeta: "No se ponga el pie del orgullo para mí." [Ps. xxxv, 12] Concede, oh Dios mío, que yo sea humilde, pero que no puede saber que soy humilde. Hazme santo, aún ignorante de la santidad, porque si yo debería aprender a conocer, o incluso imaginar mi santidad, que debería convertirse en vano, ya través de la vanidad debe perder toda humildad y santidad.

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